Toda tormenta pasa, todo fuego se extingue.
Pero en mi pensamiento, mi amor... ¡Toda tú sigues!
El humo se disipa y el agua se evapora.
En mis hondas entrañas, mi amor... ¡Toda tú quedas!
Los deseos se sacian, las palabras se olvidan.
Pero, habitando mi alma, mi amor... ¡Toda tú vives!
Toda vida perece y todo vuelve a la vida.
En la penumbra mía, mi amor... ¡Toda tú luces!
Viniste, soberana, imponiendo, en mí, la dicha.
En la existencia mía, mi amor... ¡Toda tú reinas!
J.H.M.
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