Vinieron una noche y se los llevaron.
Hacía mucho frío y ni salí de casa.
Vi que todos eran moros y gitanos.
No era asunto mío y yo... ¡No protesté!
Regresaron para llevarse a más gente.
Sabía que no era bueno, estaba mal.
Me di cuenta de que todos eran negros
y, como yo no lo era... ¡No me inmuté!
Y, de nuevo, a por los indios pero yo,
como no era de esa etnia, no dije nada.
Volvieron, aunque esta vez, fueron los chinos.
Yo era español, por eso... ¡No me quejé!
Retornaron a por otros pero yo,
como me encontré a salvo, no reclamé.
Hoy sé que vienen directos a por mí...
Me parece injusto y no me lo esperaba.
Mi grito, a pleno pulmón, implora ayuda
y ni uno sólo quiere comprometerse.
A ninguno le preocupa mi destino...
¡Y veo que nadie sale en mi defensa!
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