Voz que arrugas y carcomes,
vienes del infierno rudo
del ardor de las milongas.
Recia prueba que soporto
para no soltarme de ti.
¿Por qué y por qué del porqué?
Zumban abejorros lelos
que arrecian con la tormenta,
que vienen, van y me empujan,
sin ninguna compasión.
Déjame, al menos, que siga
con la muerte en mis talones,
sin preguntarme por qué
emulo la risa, un grito
para aferrarme a tu piel.
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