En la fachada del alto edificio,
sobre el angosto filete del muro,
como en un desfiladero inseguro,
una paloma camina con juicio.
Cual centinela, oteando el espacio
que desde la atalaya suya alcanza,
se agita en su estrecha moldura, avanza
la bailarina paloma, despacio.
Mientras levanta su vista hacia el cielo,
reflexiona, para tender el vuelo,
y perderse entre las nubes rasgadas.
Bajo mis entristecidas miradas,
se aleja, garbosa en el firmamento,
como invitándome a surcar el viento.
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